En los últimos días he leído cientos (bueno igual estoy
exagerando un poco), decenas de artículos en los que se habla de que, según
datos del estudio Jóvenes y Emancipación elaborado por la Fundación Contra laDrogadicción (FAD) y la Obra Social Caja Madrid, los jóvenes españoles no nos emancipamos de
media hasta los 29 años debido en gran medida a los problemas que tenemos para
encontrar trabajo, al precio de la vivienda y en menor medida a la falta de
ayudas públicas y a la cultura de apego a la familia.
Hasta aquí, no tengo nada que objetar, es cierto que
tardamos más que en otros países europeos en irnos de casa. Pero en lo que no
estoy de acuerdo es con algunas conclusiones que se sacan tras leer este
informe. Estoy un poco cansada de esa etiqueta de que los jóvenes de hoy en día estamos muy cómodos
en casa de nuestros padres y no estamos dispuestos a perder calidad de vida independizándonos.
Y me niego a seguir alimentándolo.
Pero, ¿de qué calidad de vida estamos hablando? Vivir con nuestros padres a partir de una
determinada edad significa no poder
comenzar a crear una familia o un proyecto de vida independiente, no tener capacidad para seguir creciendo y desarrollándote
como persona, en definitiva continuar siendo un adolescente a los 30 años.
Y no voy a negar, que hay un porcentaje de gente de nuestra generación
que piensa que como en casa de papá y mamá no se vive en ninguna parte o al
menos quieren pensar esto para no desesperarse al pensar que realmente no se
van porque no se atreven o porque en ese momento no pueden o no saben cómo hacerlo.
Pero, en mi opinión, llega una edad en la que la mayoría de los jóvenes está
deseando independizarse y trata de hacer todo lo posible para conseguirlo (aunque
a veces no es fácil).
Pero, lo que sí que es cierto, o al menos yo tengo esa sensación,
es que en los últimos tiempos el miedo se está apoderando de nuestra generación
(y no sin razón). Miedo a salir al mundo, miedo al fracaso, a no conseguir
mantenerte y tener que volver a casa de papá y mamá. Y no es un miedo poco
fundado, solo hay que leer el periódico o ver los telediarios para que te den ganas de meterte debajo de las
sabanas y no salir. Total… si vamos a fracasar es mejor no intentarlo.
Pero problemas ha habido en todas las épocas, nuestros
abuelos vivieron una guerra, nuestros padres varias crisis. Bueno pues ahora
nos toca a nosotros… De esta, seguro que salimos (o al menos es lo que quiero
pensar). Pero como vamos a vivir mientras tanto depende mucho de nosotros.
Tenemos dos opciones quedarnos en el sofá de casa de nuestros padres cómodos y
calentitos y esperar a que la tormenta pase. O salir, con el riesgo que nos
caiga la tormenta encima, pero con la satisfacción de que por lo menos lo hemos
intentado. La segunda opción es cierto que es más dura, pero a la larga es más
satisfactoria (o al menos eso espero) y es la única que puede darnos algún
resultado.
No tenemos dejar que nos consideren cómodos, adolescentes
perpetuos o cobardes. No lo somos. La mayoría
de nosotros estamos tratando de sacarnos las castañas del fuego como podemos,
currando en lo que podemos y haciendo todo lo posible para comenzar nuestra
vida de adultos.
La juventud ha sido vendida a los grandes especuladores de este pais. Me explico, a nuestros padres le dijeron que tenian que dar una carrera a sus hijos, para que se mataran a trabajar para que la tuvieramos. A nosotros nos dieron un poquito a probar la independencia, la facilidad para hipotecarte, para tener dibnero y para ver como todo el mundo accede al dinero. Después nos lo quitaron y ahora, ¿que hay?. Un montón de personas bien formadas expuestas para que los especuladores cojan por una misería a la que le interese y desechen a la otras. Y claro somos tantos que no tenemos valor, ya que la mayoria hemos estudiado solo para que bajemos el precio de contratación de unos pocos. Asi era el contrato de venta entre el pais y los especuladores. Piensalo...
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